La cuestión del dolor divide a los espíritus. En realidad nos las tenemos que ver con dos interpretaciones diametralmente opuestas del dolor de la vida. Por un lado, la interpretación moral, que, injustificadamente y durante demasiado tiempo, ha querido hacerse pasar por la única voz legítima de la Ilustración,reconoce en todo dolor una variante de la injusticia, deduciendo de aquí un programa de supresión suceptible de extenderse a perspectivas sociopolíticas, e incluso filosófoco-históricas.
Nietzsche ha invertido la relación entre moralidad y vida en un sentido naturalista; en lugar de desprestigiar la vida desde la óptica de una moral eternamente insatisfecha, comienza a considerar la moral desde la óptica de una vida eternamente no suceptible de ser mejorada.La algodicea dionisíaca nietzscheana, por consiguiente, se opone directamente al programa moral de la supresión del dolor.
("de El pensador en escena" de Peter Sloterdijk)
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